Me odio cuando digo que sí pero al final es no. Y uso la palabra odio, porque así se siente cuando me doy cuenta que estoy yendo en contra mío.
Esto que me paso hace unos días, no es la primera vez que me pasa. Cada tanto algo así me vuelve a pasar como si fueran pruebas que me pongo a mí misma para ver qué tan segura estoy de lo que siento.
Pero antes de pasar a las conclusiones y todo el lío que se me armó adentro, les cuento un poco el contexto...
Hace unos meses descubrí que se hace en Argentina, un Mundial de Escritura. Una actividad propuesta por un escritor que da talleres de escritura y que organiza esto para motivar a las personas a escribir. Claro que además se trata de competir. Porque quien escribe el mejor texto, es premiado. Y para eso hay un jurado de escritores, y tiempos y fechas límite para enviar los textos y demás.
Como el mundial, se trata de escritura creativa, cuando me enteré de que había nueva fecha, me anoté. Casi casi sin dudar.
Y en el primer día, ya entré en crisis.
Sí, así de dramático.
La competencia dura 14 días. Son dos semanas en donde cada participante escribe un texto por día, bajo una consigna que da el jurado y con un número mínimo de caracteres. Una vez que pasan los 14 días, los textos son evaluados y pasado un tiempito anuncian a los ganadores (ah, porque también hay categorías según la edad)
La cuestión es que yo me anoté sola. Y como me anoté así, sin equipo, el sistema automáticamente me armó un grupo con otras personas que estaban igual que yo. Y en total éramos siete.
Unos días antes de comenzar la competencia, empezamos a intercambiar algunos mails con las personas del equipo, para conocernos un poco y darnos aliento. Y hasta para armar un grupo de whatsapp. Grupo del que por suerte, ni llegué a formar parte.
El día uno había comenzado. La consigna de escritura ya estaba en mi mail. Sólo era cuestión de leerla y comenzar a escribir. Pero no pude.
Me había levantado temprano, desayunado, acomodado todo mi espacio para ponerme a escribir y no pude. En realidad sí escribí, pero no me sentía bien. No era sólo que no encontraba la manera de escribir algo copado, sino que me estaba sobreexigiendo tanto, que no podía dejar que fluya mi escritura.
Ustedes saben que a mí me encanta escribir, de hecho estoy acá compartiendo esto en forma de texto. Por que es una de las maneras que tengo de expresarme que me resulta más fácil y agradable. Pero lo que no me gusta para nada, es escribir bajo presión. Y esto es lo que había descubierto.
Cuando me di cuenta que no me estaba haciendo bien escribir así. Con tensión, con ansiedad, con miedo de fallarle a mi equipo, me di cuenta que algo tenía que hacer. Más allá de la competencia, el mundial me estaba desafiando a algo que me cuesta hacer y mucho: decir que no. Sincerarme y aceptar que no puedo, que no quiero y que no siento ganas de seguir.
Todo ese día uno, me lo pasé pensando en qué hacer. Había pensado en la opción de compartir ese texto que había escrito, del cual no había ni disfrutado escribir, pero que cumplía con lo pedido. Pero algo adentro mío se sentía mal.
Hablé con Z. Y le conté lo que me pasaba. También lo escribí en mi cuaderno y finalmente, con mucha vergüenza y miedo decidí escribirle esto a mi equipo:
Buenas tardes a todxs.
Con temblor y sudor en las manos, respiré profundo y toqué el botón enviar.
Dejé el celular a un costado y me dije: ¡Listo! ¡Bien yo!
Me sentí con un alivio tal, que no puedo explicar con palabras. Poder ser sincera con el equipo fue algo que se sintió tan bien, que terminé feliz y agradecida ese día. Y más aún porque estaba siendo sincera conmigo misma.
No es fácil decir que no. No es fácil estar en situaciones en donde no queremos, pero de alguna manera aceptamos. Pero nunca es tarde para darnos cuenta y tomar una decisión.
Esto, que les cuento es algo re contra mínimo, y hasta quizás parezca una pavada. Pero les juro que para mí no lo fue.
Insisto en que son situaciones que se vuelven a presentar como si fueran pruebas, y que nos invitan cada día a ser más conscientes de lo que nos pasa, y de lo que realmente queremos para nosotras mismas. El desafío siempre está en que podamos escucharnos y ser fieles a nuestra esencia. Sólo así es que podemos estar en coherencia con todo lo que somos.
Gracias por estar ahí.
Comentarios
Publicar un comentario