Ir al contenido principal

Un poco sobre de mí

Hola!! Hola!! ¿Cómo estás?

Hoy quiero contarte un poco sobre mí.

Me llamo Mariela, pero todxs (o casi todxs) me dicen Maru. 

Me cuesta mucho definirme, porque tengo muchos intereses y pasiones, pero voy a tratar de hacerlo. En principio me considero una persona multipotencial, inquieta, curiosa y en general bastante alegre.

Si querés saber si estudié "algo", te cuento que sí.

Estudié Licenciatura en Nutrición y también Profesorado en docencia superior. Y si bien me recibí en estas dos profesiones, actualmente no ejerzo ninguna. Bueno un poco la docencia sí, porque brindo encuentros de escritura, pero nutrición ya no. Y esta decisión de dejar de ejercer, fue un largo camino que tuve que recorrer, y no fue nada fácil.

¿Cómo fue que dejé de ejercer la profesión?

Resulta que al tiempito de recibirme de nutri, me dediqué a hacer todos los posgrados habidos y por haber, mientras trabajaba en una tienda de productos naturales, muy conocida en Capital Federal. El trabajo ahí no duró mucho, porque a los meses de empezar, me llamaron para trabajar en un hospital, donde había deseado mucho estar y dejé la tienda para pasar al mundo de la salud "posta". 

Al mismo tiempo empecé atender en todos los consultorios que me ofrecían al punto de trabajar de lunes a lunes. Porque para mí nunca era suficiente. Siempre me faltaba algo más para ser mejor profesional.

Y hasta ahí, todo marchaba "bien". Peeeero...

Con los años comencé a sentir ese ruido interno que te dice Pará un poco por favor!

Ruido que se calmaba cuando podía irme de viaje. Pero que cuando volvía a casa, al trabajo, a la rutina, no me dejaba en paz. Fue así que el cuerpo me empezó a pasar factura y comencé a experimentar los famosos ataques de pánico.

Acá entonces se abrió una nueva puerta: la de la psicóloga.

Empecé terapia queriendo convencerme de que estaba bien el ritmo que llevaba, que era imposible que la profesión no me guste. Que estaba loca si quería dejar el trabajo. ¿Cómo podría siquiera pensarlo si me había costado un montón estudiar, recibirme y ejercer? ¿Cómo iba a dejar el trabajo que me ayudaba a pagar el alquiler, viajar, comer? 

Empecé terapia buscando que la psicóloga "me corrija". Pero eso no pasó. 

Yo igual seguía con mi postura negadora, pero no me duró mucho más.  Porque había empezado a notar que cada vez que hacía un viaje ya no quería volver. No importaba el lugar a donde viajase (aunque amo la montaña), todo lo que quería era quedarme y no volver a los lugares en donde estaba.  Ya no me sentía bien ni siquiera en mi hogar.

Estaba atravesando una gran crisis de identidad.


Las viejas estructuras empezaron a temblar. Hasta caer. 

Paralelo a la psicóloga empecé a probar otras terapias. Las que se conocen como alternativas y complementarias. Y así fue que llegué a experimentar en el mundo del Reiki, de la grafología, el tarot evolutivo y lo más reciente Decodificación. Y acá se abrió un nuevo mundo para mí.

Sin darme cuenta estaba comenzando a transitar un camino de consciencia que me llevaba a enfrentarme conmigo, con mi historia familiar, con mis conflictos de la infancia y me empujaba a sincerarme y tomar una decisión.

La profesión ya no me gustaba, mi trabajo ya no me gustaba, vivir en Varela* ya no me gustaba.

¿Qué hice?

Dejé mi trabajo. 

Renuncié luego de pedirme licencia anual sin goce de sueldo y empecé a viajar con mi compañero. Luego vino la pandemia (en medio del viaje) y con ella el gran desafío: ¿Qué voy a hacer ahora?


No quiero trabajar para nadie más que para mí.

Pero.. ¿Cómo se hace?

El tiempo que estuve yendo a la psicóloga, en el que también probé otras terapias, me sirvió para poder explorar otras áreas de interés. Y gracias a eso descubrí que había miles de cosas que me gustaban y que por mis propios prejuicios no me animaba a explorar. 

Empecé a estudiar bajo, canto, guitarra, Reiki, Mindfulness, Decodificación y también comencé a escribir.

Hasta que me fui dando cuenta que sentía muchas ganas de comenzar a brindar actividades en relación a la alimentación, pero esta vez encarándolo de otra manera: abordando la atención desde una mirada integral. Porque una de las cosas que había aprendido atendiendo en consultorios, es que las personas necesitaban ser más escuchadas, y no sólo vistas como una enfermedad, sino como seres humanos. 

Así fue que empecé entonces a brindar acompañamientos y talleres de Nutrición Holística, dándole mucho lugar a la escucha y la emocionalidad de cada persona.

Así nació Nutrir desde Adentro, un proyecto personal que me permitió brindar estas actividades y que mutó en este último tiempo, para convertirse en lo que hoy es mi marca personal, en donde ya no brindo más actividades relacionadas a la nutrición, sino más bien con la escritura.


¿Qué brindo hoy? 

¿Y por qué no trabajo más con Nutrición Holística?


Hoy por hoy me encuentro brindando encuentros de escritura, enfocados en el autoconocimiento, la relajación y la atención plena. Brindo talleres online y también presenciales, en donde estoy viviendo actualmente

Decidí dejar de brindar acompañamientos y talleres enfocados en la nutrición holística, porque siento que ya he cumplido un ciclo y ya no me genera disfrute hablar y compartir sobre esos temas. Hoy toda mi energía y entusiasmo pasan por la escritura y siento que debo seguir por donde el cuerpo me pide. 

En los encuentros que brindo, hago mucho hincapié en la escritura con su fin terapéutico y eso es algo que me apasiona. Porque si hay algo que aprendí en todos estos años, es que el poder de la palabra tanto escrita como hablada es enorme.

Gracias a la escritura y todo el recorrido que hice probando y explorando distintas herramientas de autoconocimiento, hoy estoy acá. Disfrutando de mi vida, de mi día a día y agradecida de estar viviendo a mi ritmo y con mis propios tiempos. Y es por eso que hoy me siento convocada a compartirme desde este lado. A contagiar el hábito de escribir y de empezar a escucharnos un poco más.




(*) En ese momento estaba viviendo en Florencio Varela, lugar donde crecí y viví hasta mis 30 años. 

 Si querés conocer más de mi proyecto personal te invito a entrar acá: Maru Mariela Gerez y si querés conocer mi proyecto de cuaderno ecológicos y artesanales pasá por acá: WABI-Cuadernos con propósito



                                                         


Comentarios

Entradas populares de este blog

Un romance oculto

Siento que tengo una especie de romance oculto con el papel. Me gusta mucho, lo muestro poco y cada día se me hace más difícil no exponerlo y gritar a los cuatro vientos que… ¡Ay! casi se me escapa. Digo que tengo un romance oculto con el papel, porque en realidad estoy sintiendo un enamoramiento muy de adolescentes. De repente me doy cuenta que cada vez que me encuentro cara a cara con él se me enciende el fuego interior y se me ocurren miles de ideas para ponerme a crear. Cuando estoy con él, todo fluye. Cuando estoy con él, todo pasa. Cuando estoy con él, mi energía creativa se potencia. Cuando estoy con él, me siento en libertad. Cuando estoy con él, el tiempo se detiene. Parece como si tuviera un poder superior que apenas nos encontramos y entramos en contacto todos los relojes del mundo se paran. En el papel puedo ponerle voz a mis deseos, a mis inquietudes, a mis dudas, a mis miedos, a mis vivencias. Puedo hacer y ser en libertad. No tengo que pedirle permiso para nada. Él me in...

Me tengo a mí

Conviven en mí varias personas. Muchas. En un intento de clasificarlas diría que esas personas representan dos partes muy claras de mí: La parte niña. La parte adulta. Y en este camino de autoconocimiento que comencé a transitar hace un par de años, me voy dando cuenta de que la parte niña, está cada vez más presente. Se hace ver porque me siento frágil. Débil. Miedosa. Cuando estas sensaciones de la niña se hacen presentes, la parte adulta no sabe qué hacer. La invita a jugar. A que dibuje. A que se entretenga con cosas que le gustan. Pero no siempre funciona. Porque a veces la parte niña sólo quiere estar así. Débil. Frágil. Miedosa. Y sólo busca que la parte adulta la sostenga. La acompañe. La acepte. Que no la quiera cambiar. Va a pasar. La parte adulta sabe que esas sensaciones van a pasar. Y la niña va a volver a la tranquilidad. El tema está en que pueda tenerle paciencia y que se entregue a aprender a estar. Aprender a sostenerla. A aceptarla. Y que no la quiera cambiar.

Escribiendo haikus, para volver a mí.

El año pasado conocí de casualidad, si es que existen las casualidades, lo que era un haiku. Supongo que habrá sido por alguna cuenta de instagram, ahora no me acuerdo. Tampoco me acuerdo cuál fue el primer haiku que leí. Porque cuando me topé con uno y su nombre, me puse a buscar más y a leer y leer sin parar y se abrió una puerta gigante delante de mí. Resulta que un haiku, es una especie de poema cortito de origen japonés, que consiste en tres versos que tienen: 5, 7 y 5 sílabas fonéticas, que se llaman moras. Digo sílabas fonéticas porque los versos no se separan en sílabas como lo aprendimos en el colegio, sino que se separan según como suenan.  Les voy a dar un ejemplo para que se entienda, y después les voy a contar qué tiene que ver esto, con lo que hoy les quiero compartir. Va el ejemplo: La frase mate amargo , si la separamos en sílabas de la manera tradicional, veremos que tiene 5 sílabas. ma te a mar go Pero si tenemos en cuenta su fonética, nos encontraremos con que es...