Ir al contenido principal

El primer tomate

Hoy cosechamos nuestro primer tomate.

Hace una semana atrás estaba bien verde. Pero hace dos días descubrimos que empezó a tomar color aceleradamente. Al principio se puso amarillito. Después medio naranja claro. Y hoy ya lo encontramos rojo.
Íbamos a cosecharlo al mediodía, pero decidimos esperar un poco más para ver si tomaba un color más intenso.
Hoy a la tarde finalmente lo desprendimos de la planta.

Todavía no lo probamos. Vamos a dejar que se madure un poquito más y luego pasaremos a degustarlo. 
Dice Z, que no nos tenemos que olvidar de guardar las semillitas, para la siguiente siembra.

Mientras tanto me pregunto en qué comida lo estrenaremos.

Por otro lado, vale mencionar que ya estamos comiendo alimentos de la huerta. Hemos comido acelga, lechuga, rúcula, zapallito verde, zucchini, maíz blanco, albahaca.. Y hace poquito también el damasco que está en el patio de la mamá de Z., comenzó a desprender los frutos. Y con todo lo que dio la planta, pudimos hacer como 14 frascos de dulce. Así que ahora también tenemos mermelada caserita.

Aún quedan cosas por probar de la huerta. 
Hoy por ejemplo vi que ya hay berenjenitas bebés y también el otro día Z. me mostró cómo se están formando los pepinos. Pero para probar esto, todavía falta.

Mientras tanto, esperaremos a mañana a ver cómo avanza el tomatito y evaluaremos si ya está listo para comer.

Comparto acá algunas fotos del proceso de crecimiento y desarrollo de nuestro señor tomate:

13-12-2021 Tomate creciendo a pleno.

6-01-2022 Descubrimos que el tomate estaba anaranjado



8-01-2022 El primer tomatito

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un romance oculto

Siento que tengo una especie de romance oculto con el papel. Me gusta mucho, lo muestro poco y cada día se me hace más difícil no exponerlo y gritar a los cuatro vientos que… ¡Ay! casi se me escapa. Digo que tengo un romance oculto con el papel, porque en realidad estoy sintiendo un enamoramiento muy de adolescentes. De repente me doy cuenta que cada vez que me encuentro cara a cara con él se me enciende el fuego interior y se me ocurren miles de ideas para ponerme a crear. Cuando estoy con él, todo fluye. Cuando estoy con él, todo pasa. Cuando estoy con él, mi energía creativa se potencia. Cuando estoy con él, me siento en libertad. Cuando estoy con él, el tiempo se detiene. Parece como si tuviera un poder superior que apenas nos encontramos y entramos en contacto todos los relojes del mundo se paran. En el papel puedo ponerle voz a mis deseos, a mis inquietudes, a mis dudas, a mis miedos, a mis vivencias. Puedo hacer y ser en libertad. No tengo que pedirle permiso para nada. Él me in...

Me tengo a mí

Conviven en mí varias personas. Muchas. En un intento de clasificarlas diría que esas personas representan dos partes muy claras de mí: La parte niña. La parte adulta. Y en este camino de autoconocimiento que comencé a transitar hace un par de años, me voy dando cuenta de que la parte niña, está cada vez más presente. Se hace ver porque me siento frágil. Débil. Miedosa. Cuando estas sensaciones de la niña se hacen presentes, la parte adulta no sabe qué hacer. La invita a jugar. A que dibuje. A que se entretenga con cosas que le gustan. Pero no siempre funciona. Porque a veces la parte niña sólo quiere estar así. Débil. Frágil. Miedosa. Y sólo busca que la parte adulta la sostenga. La acompañe. La acepte. Que no la quiera cambiar. Va a pasar. La parte adulta sabe que esas sensaciones van a pasar. Y la niña va a volver a la tranquilidad. El tema está en que pueda tenerle paciencia y que se entregue a aprender a estar. Aprender a sostenerla. A aceptarla. Y que no la quiera cambiar.

Escribiendo haikus, para volver a mí.

El año pasado conocí de casualidad, si es que existen las casualidades, lo que era un haiku. Supongo que habrá sido por alguna cuenta de instagram, ahora no me acuerdo. Tampoco me acuerdo cuál fue el primer haiku que leí. Porque cuando me topé con uno y su nombre, me puse a buscar más y a leer y leer sin parar y se abrió una puerta gigante delante de mí. Resulta que un haiku, es una especie de poema cortito de origen japonés, que consiste en tres versos que tienen: 5, 7 y 5 sílabas fonéticas, que se llaman moras. Digo sílabas fonéticas porque los versos no se separan en sílabas como lo aprendimos en el colegio, sino que se separan según como suenan.  Les voy a dar un ejemplo para que se entienda, y después les voy a contar qué tiene que ver esto, con lo que hoy les quiero compartir. Va el ejemplo: La frase mate amargo , si la separamos en sílabas de la manera tradicional, veremos que tiene 5 sílabas. ma te a mar go Pero si tenemos en cuenta su fonética, nos encontraremos con que es...