Ir al contenido principal

De sueños cumplidos

Se me está cumpliendo un sueño.

Algo está pasando. Algo grande y lo quiero compartir.

Hace dos años atrás, en pleno 2020, se me encendió la chispa de hacer agendas. Mis propias agendas, con cosas muy mías, como frases, preguntas, dibujos, con mucho espacio para invitar a las personas a escribir.

Pero ese momento, no era EL momento.

Porque estaba de licencia a punto de renunciar al hospital y no podía gastar los ahorros en eso. Sumado a que nos estábamos por mudar al pueblo y esa plata estaba destinada al flete y a vivir básicamente.

La cuestión es que al final esa idea de las agendas quedó ahí.

En pausa, con frustración y todo. Porque yo las quería hacer igual. Pero no podía.

Hasta que...

El año pasado, cuando aprendí a encuadernar y empecé con WABI las ganas de las agendas volvió. En realidad nunca se había ido, sólo que esa idea estaba reposando. Y entonces, me pregunté:

Si me tomo el tiempo para aprender a hacer un básico diseño ¿Podré hacerlas yo misma? ¿Podré encargarme yo de "diseñar", mandar a imprimir y encuadernar?

Y adivinen qué. Sí. Me animé y empecé.

Las primeras agendas que hice tenían errores. Los renglones eran muy espaciosos, los márgenes estaban corridos, las hojas me quedaban medio raras al coserlas y entonces tuve que hacer ajustes hasta que al fin pude sacar la primer tirada de agendas.

En total hice como 20 y de esas sólo me quedó una sin vender. Nada mal para empezar.

Este año me propuse hacerlas nuevamente, pero ahora intentando que sean más completas, más prolijas y más propias. Y empecé hace unos meses a trabajar en ellas y llegó el día en que vieron la luz.

Y acá están. Tengo un estado de felicidad y satisfacción que me rebalsa el cuerpo.

Miro las agendas.

Miro mis dibujos. ¡Mis dibujos! Y estoy que no puedo creerlo.


Se me está cumpliendo un sueño.

Esta es la magia de poder confiar en el potencial de creación que tenemos.


A continuación les dejo algunas fotitos para que vean lo bellas que quedaron:






Comentarios

Entradas populares de este blog

Un romance oculto

Siento que tengo una especie de romance oculto con el papel. Me gusta mucho, lo muestro poco y cada día se me hace más difícil no exponerlo y gritar a los cuatro vientos que… ¡Ay! casi se me escapa. Digo que tengo un romance oculto con el papel, porque en realidad estoy sintiendo un enamoramiento muy de adolescentes. De repente me doy cuenta que cada vez que me encuentro cara a cara con él se me enciende el fuego interior y se me ocurren miles de ideas para ponerme a crear. Cuando estoy con él, todo fluye. Cuando estoy con él, todo pasa. Cuando estoy con él, mi energía creativa se potencia. Cuando estoy con él, me siento en libertad. Cuando estoy con él, el tiempo se detiene. Parece como si tuviera un poder superior que apenas nos encontramos y entramos en contacto todos los relojes del mundo se paran. En el papel puedo ponerle voz a mis deseos, a mis inquietudes, a mis dudas, a mis miedos, a mis vivencias. Puedo hacer y ser en libertad. No tengo que pedirle permiso para nada. Él me in...

Me tengo a mí

Conviven en mí varias personas. Muchas. En un intento de clasificarlas diría que esas personas representan dos partes muy claras de mí: La parte niña. La parte adulta. Y en este camino de autoconocimiento que comencé a transitar hace un par de años, me voy dando cuenta de que la parte niña, está cada vez más presente. Se hace ver porque me siento frágil. Débil. Miedosa. Cuando estas sensaciones de la niña se hacen presentes, la parte adulta no sabe qué hacer. La invita a jugar. A que dibuje. A que se entretenga con cosas que le gustan. Pero no siempre funciona. Porque a veces la parte niña sólo quiere estar así. Débil. Frágil. Miedosa. Y sólo busca que la parte adulta la sostenga. La acompañe. La acepte. Que no la quiera cambiar. Va a pasar. La parte adulta sabe que esas sensaciones van a pasar. Y la niña va a volver a la tranquilidad. El tema está en que pueda tenerle paciencia y que se entregue a aprender a estar. Aprender a sostenerla. A aceptarla. Y que no la quiera cambiar.

Escribiendo haikus, para volver a mí.

El año pasado conocí de casualidad, si es que existen las casualidades, lo que era un haiku. Supongo que habrá sido por alguna cuenta de instagram, ahora no me acuerdo. Tampoco me acuerdo cuál fue el primer haiku que leí. Porque cuando me topé con uno y su nombre, me puse a buscar más y a leer y leer sin parar y se abrió una puerta gigante delante de mí. Resulta que un haiku, es una especie de poema cortito de origen japonés, que consiste en tres versos que tienen: 5, 7 y 5 sílabas fonéticas, que se llaman moras. Digo sílabas fonéticas porque los versos no se separan en sílabas como lo aprendimos en el colegio, sino que se separan según como suenan.  Les voy a dar un ejemplo para que se entienda, y después les voy a contar qué tiene que ver esto, con lo que hoy les quiero compartir. Va el ejemplo: La frase mate amargo , si la separamos en sílabas de la manera tradicional, veremos que tiene 5 sílabas. ma te a mar go Pero si tenemos en cuenta su fonética, nos encontraremos con que es...