Ir al contenido principal

La escritura para mí

Un refugio. La escritura es un refugio para mí. Un lugar en el que puedo ser yo, estar desnuda, bailar sin ritmo, cantar sin afinar. Ser. Simplemente ser.

La escritura es ese refugio donde puedo llorar, quejarme, sufrir, y desahogar mis penas sabiendo que transmutan. Que la palabra escrita tiene el poder de transformar lo que siento en otra experiencia.

La escritura para mí es alquimia. Lo que siento, lo combino con lo que pienso, lo que vivo y lo que veo y luego lo mezclo. Para crear una gran masa que va tomando forma y leudando a medida que voy sacando todo eso de adentro.

La escritura es mi lugar. La escritura es mi manera de digerir y procesar las cosas. Y mi cuaderno.. mi cuaderno es parte de mi sistema digestivo ya. De hecho, cada día estoy más convencida de que no tengo estómago, ni duodeno, ni yeyuno, ni íleon, ni colon.. En su lugar, tengo un cuaderno con hojas lisas. Donde puedo volcar infinitamente lo que me pasa.

La escritura para mí, es como el aire. No podría vivir sin escribir. No podría. No imagino cómo sería mi vida sin poder construir oraciones con mis palabras. No lo sé. 

Escribir para mí es una filosofía de vida. Es algo que hago todos los días, que lo llevo conmigo a todos lados y que todo el tiempo estoy creando oraciones, relatos e historias mientras ando con el cuerpo en otros lados, con las manos haciendo otras cosas.

Escribir es mi manera de vivir. Es mi lente. Son mis gafas con las que puedo ver la realidad de otra manera. 

La escritura es tantas cosas para mí. Pero si tuviera que resumirlo en una sola cosa, entonces diría que la escritura es un refugio. Un refugio del que a veces no quisiera salir.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Un romance oculto

Siento que tengo una especie de romance oculto con el papel. Me gusta mucho, lo muestro poco y cada día se me hace más difícil no exponerlo y gritar a los cuatro vientos que… ¡Ay! casi se me escapa. Digo que tengo un romance oculto con el papel, porque en realidad estoy sintiendo un enamoramiento muy de adolescentes. De repente me doy cuenta que cada vez que me encuentro cara a cara con él se me enciende el fuego interior y se me ocurren miles de ideas para ponerme a crear. Cuando estoy con él, todo fluye. Cuando estoy con él, todo pasa. Cuando estoy con él, mi energía creativa se potencia. Cuando estoy con él, me siento en libertad. Cuando estoy con él, el tiempo se detiene. Parece como si tuviera un poder superior que apenas nos encontramos y entramos en contacto todos los relojes del mundo se paran. En el papel puedo ponerle voz a mis deseos, a mis inquietudes, a mis dudas, a mis miedos, a mis vivencias. Puedo hacer y ser en libertad. No tengo que pedirle permiso para nada. Él me in...

12 días, 12 mañanas, 12 haikus

¿Podré escribir siete haikus en siete días? Con esta pregunta y con las ganas de retomar la escritura matutina que tan bien me hace, es que me lancé a hacer esta especie de desafío o reto.   La misión era simple. Cada mañana, al desayunar y antes de comenzar con mis actividades del día, me iba a sentar a intentar escribir un haiku por día. Sin mucha regla, más que el respetar el 5,7,5. Regla básica para construir haikus. Al llegar el día 7, me sentí con ganas de continuar. Y entonces extendí el desafío por 3 días más. Llegando a ser 10. Y al llegar el día 10, me dieron ganas de hacer más y los hice. Al día de hoy llevo escribiendo 12 haikus y estos son los que quiero compartirles porque son los que seleccioné crear un fanzine. Día 1 tomando mate mientras cantan pájaros volvió la calma Día 2 viento, humo y sol seductores aromas ¿Azhar o asado? Día 3 pan fresco y mate mariposas espejo un sol gigante Día 4 té de canela galletitas con dulce el tren ya pasó Día 5 nubes mentales la mosca...

Hubo todo

Hace mucho que no componía una canción. Si se puede llamar componer, a lo que acabo de hacer.  Anoche, mientras me duchaba, se me vinieron frases sueltas a la cabeza: Y hubo montañas y hubo ríos y hubo playas y hubo calles Se me venían estas frases y a medida que iban apareciendo yo las iba repitiendo en voz alta. Era como un diálogo entre mi cabeza y yo, que cada vez se hacía más largo y que de pronto se fue convirtiendo en una lista larga de “y hubo tal cosa y hubo tal otra…”  En un momento me pregunté, mientras me pasaba la esponja-guante por la axila derecha, si en realidad no se dice “hubieron calles, hubieron rutas”. No encontré una respuesta. Cuando me fui a acostar, me quedé pensando en esas frases y por un segundo dije las voy a anotar. Pero no lo hice. Confié en que no me las iba a olvidar y que tarde o temprano iban a volver. Esta mañana, mientras tomaba mate amargo, sentada frente a mi cuaderno, volvió. Volvió esta especie de poema que se había formado entre e...