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Mis palabras son semillas

Resulta que todo cambia. 

¡Fua! que verdad más novedosa, no? jaja

Bueno, pero fuera de joda: ¡Todo cambia!

Y este espacio virtual en el que estás paradx también. 

Hace unos días vengo sintiendo la necesidad de hacer varios cambios. 

Mas cambios? -grita el público

Siii! -Digo yo- Mas! 

Y me pregunto (y te pregunto): ¿En algún momento dejamos de hacerlo? ¿Quién nos vendió que las cosas no cambian? ¿Que unx no cambia, que las ideas no cambian, que los pensamientos no cambian, que el sistema no cambia, que el cuerpo no cambia? ¿Quién se atrevió a decir tremenda falsa verdad? ¿Quién nos lo dijo por primera vez? ¿Quién fue?

Bueno, yo sé que esto parece un texto acusatorio en donde parece también que estoy buscando un culpable. Pero bueno, no. No es así. Podría decir que es la introducción al texto que viene, quizás...

Como contaba, hace días vengo sintiendo la necesidad de querer hacer un cambio en varias áreas de mi vida. Y creo que es un poco de todo. O sea, esta necesidad -tan necesaria de sentir-, es algo que se origina por varias fuentes. Es decir, no puedo acusar a una sola cosa como el origen de estas ganas de cambiar. Porque de pronto siento que es todo.

Pudo haber sido una conversación, un podcast, una entrevista que vi en YouTube, una charla por zoom con alguna amiga. O tal vez un sueño, una idea, un pensamiento que apareció en una sesión de reiki. O tal vez se originó en las sesiones de decodificación, o en la mentoría que estoy teniendo o porqué no en las actividades de El Camino del Artista. No lo sé. Cuál es el origen de estas ganas de cambiar? No lo sé.

Lo que importa es que sucede. Y cuando algo pide cambiar, en principio molesta. Porque como decía antes, todo el tiempo estamos cambiando. Y los cambios incomodan, duelen pero tienen un saborcito dulce que es el que hace que te den ganas de hacerlo. 

En eso estoy yo. Me estoy escuchando y me estoy dando cuenta cada día más que necesito un cambio. Realmente un reajuste. Pero no cualquiera. Quiero hacerlo a consciencia. Como cuando abrí este blog por segunda vez y me di cuenta que tenía mucho para decir. O como cuando elegí el nombre de mi proyecto Nutrir desde Adentro. 

Llegó el momento de cambiar también acá. Siento que de alguna manera no puedo escribir igual en Instagram que acá. Acá me siento más libre. Siento que puedo expresarme con más soltura y de hecho al releerme puedo ver cómo voy cambiando en mi forma de escribir. Y no sé si a vos te pasa igual, pero a mí me gusta esto. Es como que evoluciono también en mi manera de escribir. Y eso me encanta.

Quizás suene un poco egocéntrica, no lo sé. Pero a mí en verdad me gusta leerme. ¿Está mal decirlo? Me agrada leerme. Siempre encuentro algo nuevo de mí en mis propios escritos. Eso es tremendo: siempre hay cosas que me digo a mí misma que las necesito leer después. Y eso es un poco lo que pasa con la naturaleza. A veces crece algo en la tierra, en el patiecito o entre la vereda de cemento, que ni imaginabas que estaba ahí. Pero de pronto un día aparece un yuyo y vos no sabés cómo llegó pero está. 

Esa fuerza natural que yace en todo, me impacta. Y creo que esto de escribir es como plantar semillas. No sé muy qué crecerá de acá. Más allá de que voy a crecer yo misma, claro. Pero no se qué otras cosas pueden crecer. O qué puede generar en vos esto. O a dónde irán estos textos, o a cuántxs llegarán, ni a dónde me llevarán. No lo sé. Pero están acá. 

Mis palabras son semillas de algo que aún no sé que será. Pero están acá. 

Y quiero dejarlas sembradas. 

Como me dijo una amiga una vez (Dai estás por ahí?): hay que inmortalizar los textos. En realidad me lo dijo con palabras más bellas. Pero la idea es esta: dejar que las palabras queden acá, que vean la luz, que salgan de nuestros cuadernos, de nuestros archivos en drive, o de nuestra mente.. Hay que mostrarlos, para inmortalizarlos.

 Algo crecerá, no sé qué, ni cómo, ni cuándo, pero crecerá.

Bienvenida, bienvenido, a esta nueva etapa mía, en donde me voy a dar el permiso de escribir con más libertad y soltura. 

Ahora este blog se llama Palabras Semillas y me siento muy agradecida de que estés acá.


¿No es hermoso ver cómo la naturaleza nos demuestra 
que podemos crecer donde queramos?

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