Ir al contenido principal

Tiempo de reajustar

Debo confesar que son muchos los días en los que estoy muy para adentro.

Tan para adentro que a veces me cansa.

A todo el fuego de mi carta natal no le gusta esto.

Realmente es muy incómodo.

Pero a veces necesito parar.  

¿Parar más? Me dice la mente

-Le dice mi alma- Hay que parar


La quietud vino para quedarse. 

El ritmo de la virtualidad todavía me incomoda.

Yo necesito ir más despacio. 

Mi cuerpo me lo pide. 

A veces no es fácil.

La mente me corre que con que “tengo que hacer” tal o cual cosa

Y ese ritmo ya no es el mío


Hay días en los que me siento muy perdida.

Hay días en que me gustaría vivir un poco en ese piloto automático en el que estaba, pero eso implica volver a la locura de antes.

Hay días en que quisiera que la mente se calle.

Que se calme

Que deje de acusarme o que al menos baje la voz.

Pero me aturde. 

Y ahí lo único que encuentro que me devuelve a mi eje son tres cosas:

1- Escribir: liberar todo al papel. Mantener una conversación con ese dedito acusador


2- Estar en contacto y apreciar la naturaleza. Salir con la bici y hablar

Hablar conmigo, hablar con el aire, hablar con las plantas y los árboles.


3- Llorar


No me quiero poner densa con esto, pero la verdad es que siento la necesidad de decirlo:

No me siento cómoda diciendo cosas que no las estoy viviendo

No me siento cómoda diciendo verdades que no son mías.

No me siento cómoda publicando por publicar.


Mi cuerpo me dice que es tiempo de reajustar.

Y en eso estoy

Escuchándolo y dándole más atención que nunca.

Ojalá todxs podamos escucharnos un poco más.



Una vuelta por el paseo de los Caldenes


Comentarios

Entradas populares de este blog

Un romance oculto

Siento que tengo una especie de romance oculto con el papel. Me gusta mucho, lo muestro poco y cada día se me hace más difícil no exponerlo y gritar a los cuatro vientos que… ¡Ay! casi se me escapa. Digo que tengo un romance oculto con el papel, porque en realidad estoy sintiendo un enamoramiento muy de adolescentes. De repente me doy cuenta que cada vez que me encuentro cara a cara con él se me enciende el fuego interior y se me ocurren miles de ideas para ponerme a crear. Cuando estoy con él, todo fluye. Cuando estoy con él, todo pasa. Cuando estoy con él, mi energía creativa se potencia. Cuando estoy con él, me siento en libertad. Cuando estoy con él, el tiempo se detiene. Parece como si tuviera un poder superior que apenas nos encontramos y entramos en contacto todos los relojes del mundo se paran. En el papel puedo ponerle voz a mis deseos, a mis inquietudes, a mis dudas, a mis miedos, a mis vivencias. Puedo hacer y ser en libertad. No tengo que pedirle permiso para nada. Él me in...

12 días, 12 mañanas, 12 haikus

¿Podré escribir siete haikus en siete días? Con esta pregunta y con las ganas de retomar la escritura matutina que tan bien me hace, es que me lancé a hacer esta especie de desafío o reto.   La misión era simple. Cada mañana, al desayunar y antes de comenzar con mis actividades del día, me iba a sentar a intentar escribir un haiku por día. Sin mucha regla, más que el respetar el 5,7,5. Regla básica para construir haikus. Al llegar el día 7, me sentí con ganas de continuar. Y entonces extendí el desafío por 3 días más. Llegando a ser 10. Y al llegar el día 10, me dieron ganas de hacer más y los hice. Al día de hoy llevo escribiendo 12 haikus y estos son los que quiero compartirles porque son los que seleccioné crear un fanzine. Día 1 tomando mate mientras cantan pájaros volvió la calma Día 2 viento, humo y sol seductores aromas ¿Azhar o asado? Día 3 pan fresco y mate mariposas espejo un sol gigante Día 4 té de canela galletitas con dulce el tren ya pasó Día 5 nubes mentales la mosca...

Hubo todo

Hace mucho que no componía una canción. Si se puede llamar componer, a lo que acabo de hacer.  Anoche, mientras me duchaba, se me vinieron frases sueltas a la cabeza: Y hubo montañas y hubo ríos y hubo playas y hubo calles Se me venían estas frases y a medida que iban apareciendo yo las iba repitiendo en voz alta. Era como un diálogo entre mi cabeza y yo, que cada vez se hacía más largo y que de pronto se fue convirtiendo en una lista larga de “y hubo tal cosa y hubo tal otra…”  En un momento me pregunté, mientras me pasaba la esponja-guante por la axila derecha, si en realidad no se dice “hubieron calles, hubieron rutas”. No encontré una respuesta. Cuando me fui a acostar, me quedé pensando en esas frases y por un segundo dije las voy a anotar. Pero no lo hice. Confié en que no me las iba a olvidar y que tarde o temprano iban a volver. Esta mañana, mientras tomaba mate amargo, sentada frente a mi cuaderno, volvió. Volvió esta especie de poema que se había formado entre e...